ROMA, Italia.- Una docena de personas que sufrieron abusos sexuales por parte de religiosos católicos se reunieron ayer durante poco más de dos horas con los organizadores de la cumbre antipederastia, convocada por el Papa Francisco, que arranca hoy en El Vaticano, y les pidieron que tomen medidas concretas para evitar nuevos abusos.
“Se acabó el tiempo de las palabras. Es hora de tomar acciones contundentes”. Este es el mensaje en el que han coincidido todas ellas, según relató el español Miguel Hurtado, el primero que denunció abusos sexuales cometidos por el monje de Montserrat Andreu Soler.
Tras el encuentro, Hurtado dijo que estaba decepcionado porque los coordinadores de la cita que reunirá a 190 participantes, entre presidentes de todas las Conferencias Episcopales del mundo, religiosos y otros expertos, no han presentado ningún “proyecto concreto en específico”. Sin embargo, indicó que fue una reunión honesta, en las que las víctimas no se han “mordido la lengua”.
El encuentro se celebró a puertas cerradas y sin periodistas, como se anunció. El portavoz del Vaticano, Alessandro Gisotti, manifestó agradecimiento a las víctimas que participaron del encuentro “por su sinceridad, la profundidad y la fuerza de sus testimonios, que ayudarán a comprender mejor la gravedad y la urgencia de los problemas que se debatirán”.
Hurtado afirmó que los organizadores de la cumbre están sorprendidos de que los obispos españoles no se hayan reunido con ellos. También aseguró que el fenómeno de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia es “una pandemia global”. “Se necesita un plan de acción global creíble, con un calendario claro, con medidas y con un régimen sancionador para los obispos que no las cumplan”, subrayó. También apuntó que -si la Iglesia hubiera tomado medidas hace 30 años, cuando se tuvieron los primeros indicios de lo que estaba pasando, “algunas víctimas”, entre ellas él mismo, “no habrían sufrido abusos”. En la misma línea, asegura que “no van a tolerar” que algo parecido vuelva a pasar a futuras generaciones en Asia, África o América Latina. (Reuters)